viernes, 2 de abril de 2010

Sketch 2005

Abro mis ojos, para encontrarme con un una ráfaga de luz brillante y segadora, que anula mis sentidos y me zambulle en un mar blanco y desesperante, de repente un suave estruendo me libera de esta cápsula temporal y me muestra un océano verde, marcado por la madera mohosa y las delgadas hojas que cuelgan en lo alto. ¡Hay un estruendo! Un pequeño niño cruza mi mirada y experimento como de sus ojos sale despavorida toda la felicidad que la infancia introducía en su ser, para transformarse en un pavor desesperante. Aquella criatura huye de mí para perderse entre la maleza.

Acto seguido una pequeña, fría, y húmeda partícula de agua impacta mi rostro y lo enfría llegando casi a congelar mi pómulo. Esta se desliza como una lagrima insensata sobre mi inexpresivo rostro anunciando que la tempestuosa lluvia a llegado ya. Comienzo mi caminar con un paso seguro y tranquilo tomando el sendero que a seguido aquel chico en su desesperada huida. Transcurre el tiempo y aunque las lágrimas celestiales golpean las hojas y derriban los pétalos. El bosque, es ahora más alegre e iridiscente, con cantos armoniosos producidos por pequeas criaturas que se esconden en sus refugios, ya sea en los troncos o bajo las débiles hojas.

Los estruendos del acero azotado por el acero capturan mi atención y me expulsan de la sencillez y la hermosura de este ávido paisaje, para zambullirme en la excitación del combate, excitación que me guía mas cerca del peligro y de los estruendos que son producidos por una dama de figura angelical, de rojos cabellos, de deslumbrante e intenso color, blancas alas y sedosas plumas. Que con fuertes y armoniosos movimientos destroza las armas y las vidas de aquellos que combaten al parecer por la vida de un hombre de cabellos grises, y greñas o mechones de un tinte negro como la noche, que muestra en su rostro el orgullo del poder y la destrucción que a deseado o desea crear. Pero en lo más profundo de sus azules ojos se refleja el temor que tiene a su inevitable y no deseada destrucción. Aquella dama continua con su danza de muerte y admiro, como su cristalizada espada absorbe la esencia de sus destrozados enemigos. Terminado el espectáculo, aquella hermosa dama se detiene frente aquel hombre que cambia su semblante para exteriorizar su temor antes oculto. Mientras ella con su rostro claro, y sus ojos rojos como la sangre, refleja la tranquilidad que expresa aquel húmedo bosque.

-Se los he dicho -reclama la hermosa dama mientras en sus ojos se reúne un torrente de cólera inmunda e infinita, el cual haría desear la muerte antes de sufrir su desborde vengativo y asesino-. Les daré lo que han venido a buscar-, y sin siquiera dejar escapar aullidos de terror, Atraviesa a este desdichado ser con un movimiento macizo y colérico desatando ese inmundo torrente de ira que acaba con esa triste existencia y lo convierte en un remolino de petalos negros que gira velozmente en torno a la hoja de luz que ha apagado la vida. La misma que en pocos instantes desintegra y absorbe este bloque de oscuridad.

Mientras espero en las sombras, ella muestra su semblante tranquilo como aquella gota que se desliza pasiva y desconfiada sobre mi hombro que yace tan tranquilo y frío como esta.

-Sal de ahí prudente sombra- exclama ella, mientras el cristal cambia para convertirse en un hermoso brazalete con diseños de vida, de hojas cristalinas y plateadas rosas – sal de ahí y muestra a la luz la forma de tu cuerpo.

Escuchado esto, me dirijo hacia ella, mientras sus magnificentes alas toman la forma de una impecable y blanca túnica con bordados en plata que imitan los diseños de la naturaleza que se encuentra a su alrededor. Ella es ahora tan humana como yo, pero su belleza sigue siendo tan celestial como antes. Continuo con mi inconsciente caminar mientras busco que su mirada encuentre la mia y así perderme en su belleza. Sin mucha dificultad encuentro su mirada pues es también su deseo encontrar mi perdida existencia.