miércoles, 24 de agosto de 2005

Una oscuridad en llamas me destruye, me flagela, y convierte mi felicidad en odio, en coraje y aunque envenenada, mi sangre brota de aquella herida que la puñalada del olvido, la incertidumbre y tu altiva belleza han creado en lo mas profundo de mi anhelante corazón, y el sigue ahí, vivo, pues sabe que para morir solo ha de necesitar aquella caricia infame que sacara el puñal, para transformar esta herida en una mas de aquellas olvidadas cicatrices.